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miércoles, 6 de febrero de 2013

Supervivencia Diplomática - APEGO



Por: Mónica Licea 
Twitter: @MoonMurcielaga 

¡Hola extraño! Llegaste justo a tiempo…

Mi cuarto es un vil chiquero, mientras más lo miro más asquerosa me siento. “Ya hasta te tienen miedo” me ha llegado a decir mi mamá cuando reclamo que mis hermanos entraron y movieron cinco centímetros una pluma que yo tenía acomodada estratégicamente. Todos conocen la regla “Solo pídemelo”. Sí, tal vez soy muy quisquillosa pero odio imaginar que tocan mis cosas, mi intimidad -y por consecuente a mí- al invadir mi privacidad.  Ayer hice un berrinche por ésta razón y hubo un momento donde me paré en seco y me dije “¿Qué me pasa? ¿Por qué me afecta tanto?” y la única razón con la que me topé –y que estoy segura muchas mujeres conocen-  es que me aferro a las cosas.  No puedo evitarlo, todo forma parte de quien soy y lo que hago, aunque por otro lado no me define, me hace sentir bien saber que mi personalidad vive fragmentada en objetos materiales, en pruebas físicas de mi existencia ¿Será eso? Pues sinceramente no lo sé, pero es increíble como el ser humano puede apegarse con tanta fuerza a algo insignificante como un lápiz, un libro, un color de lápiz labial, un vestido o corte de cabello, etc. Entre que vaciamos y destinamos nuestros recuerdos a dichos objetos hasta sentirnos reconfortados o seguros, son muchas las razones y varían dependiendo del individuo. El apego es la idealización de los objetos y las personas, es subestimar las cualidades de los mismos y proyectar en ellos nuestras ideas románticas sobre el concepto de felicidad. Para ser más clara, citaré a John Lennon “No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en la vida merece cargar en las espaldas, la responsabilidad de completar lo que nos falta...Y ahí, cuando estés muy enamorado de ti, vas a poder ser muy feliz y te vas a enamorar de alguien”. 

A veces no nos damos cuenta de todo esto porque simplemente nos sentimos conformes –y no lo juzgo-, pero como experimento podríamos probar qué se siente hacer las cosas diferentes ¿no creen?, y lo digo en total defensa de la vida, ya que, se nos hace muy fácil echarle la culpa a ella cuando algo no marcha bien o no nos satisface. Un paso a la vez y si nos funciona con detalles “insignificantes” creo que bien podría ayudarnos a resolver temas más grandes como adicción al cigarro o a alguna persona (suspiro gigante que se come al mundo). Dejemos de apegarnos, de depender de algo o alguien, busquemos la libertad que vive en nosotras y ansía comerse al mundo, así que… ¡A soltar se ha dicho!  

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